El templo bajo la lluvia

Hace un par de entradas os hablé de un templo, el templo de Jing´an. Sólo está a dos paradas de metro de la universidad y decidimos volver a intentar ir a verlo después de leer en Wikipedia que su horario de cierre eran las 17h, lo que nos llevó a pensar... ¿Y si lo que pasó el otro día es que llegamos tarde?
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De modo que tras las clases, en las que jugamos al tabú con nuevo vocabulario, decidimos intentarlo de nuevo, previo paso por la cafetería de la universidad donde, por 6 yuanes, comimos unos riquísimos shialombao. Después fuimos a la habitación de la residencia, dejamos los libros y al metro. Paramos de nuevo en Jing´an Temple y teníamos razón, porque el templo estaba abierto. Entrar a verlo 30 RMB, unos 3 euros, y claro, entramos a verlo.
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Si ya fascina desde fuera ver entre tanto nuevo edificio y rascacielos este templo, cuando entras dentro es una maravilla y si encima empieza a llover con una fuerza tremenda, ya ni hablamos.
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Llovió como si no hubiese un mañana, pero sólo 15 largos minutos que no hicieron perder para nada la belleza del templo, ni tampoco su esencia. Una esencia que se encontraba y respiraba en casa estancia y en cada rincón.
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Después de visitar el templo y subir a ver al enorme Buda de plata, había que decidirse qué hacer, porque Shanghai es una ciudad muy grande con muchas cosas que ver y visitar y decidimos darnos una vuelta por un parque cercano, después de ayudar a un asturiano a encontrar la calle de su hotel porque Yuyuan Lu, es una calle muyyyyyy grande.
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Se nota que llovía ¿verdad? No hay más que ver mi camisa.
Para volver a la residencia, paseito, metro...
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Y para cenar... Ramen de Pato en el japonés de Zhongsang Park, el centro comercial de aquí al lado.
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