Y 24 años después,encontró a su hija - 24 年后,他找到了他的女儿


En estos últimos meses se han publicado varias noticias de familias chinas que se reúnen con sus hijas de las que se separaron, por una razón u otra hace mucho tiempo. En diciembre conocimos la historia de Kati, una ciudadana estadounidense que volvió a China 20 años después de que sus padres biológicos tomasen la dura decisión de desprenderse de ella para darle una nueva oportunidad, no sin antes dejar una nota en la que explicaban las razones que les llevaron a tomar tan dura decisión. Pedían además a los futuros padres de su hija que si tenían simpatía por ellos, se encontrasen en el Puente Roto de Hangzhou para saber si su pequeña estaba bien, en 10 o 20 años. Y los padres de Kati, cumplieron sus deseos. Entregaron la nota a su hija y la familia se reencontró en diciembre. Si no conocéis la historia, aquí os la dejo.
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Este fin de semana hemos conocido otro caso. El del hombre que se hizo taxista para encontrar a su hija perdida. Wang Mingqing y Liu Dengying eran un matrimonio que hace 24 años regentaban una frutería en Chengdu. Un día su pequeña Qifeng  de tres años, que solía están con ellos en el puesto, desapareció sin dejar rastro.

A partir de entonces, los dos comenzaron la intensa búsqueda de su hija por toda China. Denuncias ante la policía, acudieron a diversos medios de comunicación, llamamientos por Internet y no cejaron en su empeño de contar su historia, pero no hubo suerte. Se quedaron en su ciudad, Chengdu, por si acaso pero en 2015 el padre tomó la decisión de hacerse taxista para difundir la historia de su hija y con la esperanza de que algún día fuese precisamente su pequeña desaparecida la que se subiese a su taxi. En el cristal de la parte trasera del coche colocó un cartel en el que pedía información sobre Qifeng. Como no tenía una foto suya, utilizó una de su otra hija, y dio algunos detalles de su niña perdida como una cicatriz en un lugar determinado y ciertas cosas que sólo él y su esposa conocían como la tendencia a tener nauseas al gritar.
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A cada pasajero que subía a su taxi Wang le daba una octavilla contando la historia, llego a repartir 17.000 desde que condujo su taxi por primera vez en 2015. Su odisea comenzó a tener cierta repercusión y apareció en varios medios de comunicación contando cómo llevaba dos décadas buscando a su hija sin desesperar.

Su historia llego a muchos, entre ellos, un dibujante de la policía que elaboró por cuenta propia un retrato de Qifeng adaptándolo a la edad que tendría en la actualidad, 27 años. Posteriormente lo colgó en internet y un día, a miles de kilómetros de Chengdu, y tras varias pruebas de ADN fallidas entre varias candidatas que aseguraban que podían ser la hija perdida de Wang y su esposa, una mujer llamada Kang Ying vio el retrato y se dio cuenta de que se le parecía mucho. Tenía la misma edad que tendría Qifeng y la misma cicatriz. En definitiva demasiadas coincidencias. Se puso en contacto con Wang y se sometió a una prueba de ADN que dio positivo, la búsqueda había terminado.

Qifeng siempre había mostrado interés por saber algo sobre sus padres biológicos y había intentado localizarlos, pero lo único que sus padres adoptivos sabían era que ella había aparecido andando junto a un camino.

El pasado martes Kang llegó junto a su esposo y sus hijos al aeropuerto de Chengdu. Su padre la abrazó con fuerza y no paró de repetirle. “Papá te quiere. Papá está aquí. No tienes que preocuparte por nada”.
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Al leer historias como esta, sabiendo lo difícil que es encontrar a alguien perdido en China, en casa siempre pensamos en la familia de nuestra Mei. Sabemos que ellos tomaron la dura decisión de dejarla marchar para darle una vida mejor, pero algo en nuestro interior nos dice que cada día hay una mujer en China que mira la luna y se acuerda de su pequeña que sigue llamándola Mama Valiente. 

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